Probióticos en el paciente pediátrico, ¿Cómo podrían ayudar? ¿Son recomendables?

octubre 22, 2021

Probióticos en el paciente pediátrico, ¿Cómo podrían ayudar? ¿Son recomendables?

Cada vez tenemos más información respaldada por la ciencia que nos afirma la importancia del equilibrio del ecosistema intestinal y el impacto que tiene en nuestra salud.

Gracias a los estudios de Susan Lynch, Indira Mysoreka, Dra. Aagaard, María Domínguez-Bello, y Wang y cols. se ha empezado a demostrar que la teoría preestablecida del útero estéril de Henry Tissier, que afirmaba que la colonización bacteriana empezaba en el nacimiento, podría ser más compleja de lo que pensábamos. Gracias a diversos estudios, ahora sabemos que colonización del microbioma empieza dentro del vientre de la madre antes del nacimiento, pues se han encontrado comunidades bacterianas no invasivas (no hay una respuesta adversa por parte del sistema inmune) en el mecónio y la placenta.

Sabemos que la microbiota de la madre influye en la del bebé, especialmente la bucal y la intestinal, ya que hay diversas vías por las cuales estas bacterias pueden llegar hasta la placenta mediante el cepillado o mediante el transporte por parte del sistema inmunitario de bacterias “amigables” del intestino de la madre al bebé (C Milani, 2017).

La toma de profilaxis intrauterina (la administración de antibióticos a la madre durante el parto), el tipo de parto, el tipo de lactancia y el estilo de la vida de la madre influiran en el desarrollo de la microbiota del bebé y su sistema inmunitario, pues sabemos que las bacterias amigables como las Bifidobacterias y los Lactobacillus entrenan al sistema inmunitario, mejorando la absorción de nutrientes, ejerciendo funciones de protección ante patógenos y además impidiendo la infección de posibles agentes patógenos.

Según la revista Science Translational Medicine, que ha publicado recientamente diversos estudios observacionales y en animales, cuando se producen desequilibrios en este conjunto de microorganismos durante la primera infancia, aumenta el riesgo de padecer obesidad, asma, alergias, diabetes y enfermedades autoinmunes más adelante en la vida. Las investigaciones concluyen que los pequeños que habían recibidos varias dosis de antibióticos durante los primeros tres años de vida tenían una menor diversidad de bacterias, considerado un factor clave para una microbiota sana, y, además, albergaban genes de resistencia contra esos fármacos.

Es por eso que debemos tratar de cultivar una microbiota saludable tanto en nuestros hijos como en los padres a través de una correcta alimentación libre de productos procesados, harinas refinadas, grasas hidrogenadas y azúcares y proporcionar alimentos de alta densidad nutricional que no inflamen a nuestro intestino.

Además debemos ser conscientes de los múltiples beneficios del uso de probióticos en pediatría, especialmente en casos de:

  • Diarrea
  • Enterocolitis necrosante.
  • Sepsis.
    Atopia e inmunodesarrollo
  • Neurodesarrollo.
  • Estreñimiento y cólicos del lactante
  • Gastroenteritis.

El tipo de lactancia del bebé es vital, y es por ello que se recomienda la lactancia materna, pues contiene un alto contenido en GOS (más de , un tipo de fibra presente en la leche materna que no se digiere y sirve de alimento para las Bifidobacterias. También contiene lactosa que es beneficiosa para el crecimiento de los Lactobacillus, immunoglobulinas, colesterol y muchos otros nutrientes beneficiosos para el crecimiento y el desarrollo del bebé. Es por eso que cada vez más se añade a las leches de fórmula prébioticos como FOS o GOS y probióticos para tratar de imitar la leche materna en bebés que no pueden consumir leche materna.

Por otra parte, la administración enteral de probióticos desde los primeros días de vida en pretérminos es una terapia muy extendida en gran parte de las unidades neonatales, por su demostrada efectividad en la reducción de la enterocolitis necrosante.En el plano neurológico, se les atribuye una acciónantiinflamatoria local, al modular la respuesta inmune que, consecuentemente, se podría traducir en un menor daño en la sustancia blanca encefálica(eje microbioma-intestino-cerebro).

El uso de probióticos ayuda en la lucha contra los agentes enteropatógenos, porque compiten por la obtención de nutrientes y lugares de unión disponibles, acidifican los contenidos intestinales, producen una variedad de productos químicos y aumentan las respuestas inmunitarias específicas y no específicas y con lo cual sería beneficioso en el caso de gastrointeritis y diarrea.

Al menos, en teoría, el uso de probióticos podría tener algún inconveniente, sobre todo en pretérminos, cuyo intestino carece de una función eficaz de barrera y posee una mayor permeabilidad a diversos antígenos. Esto podría originar una translocación bacteriana y potencial riesgo de sepsis, como se ha demostrado en modelos animales, pero en el resto de casos, el uso de probióticos sería recomendado, especialmente los géneros Bifidobacterium y Lactobacillus:  Bifidobacterium breve, L. bulgaricus, L. reuteri, Lactobacillus rhamnosus GG  Bifidobacterium infantis y Saccaromyces Boulardii.

Es por eso que debemos cuidar de la salud intestinal de nuestros pequeños con una correcta alimentación, prevención y tratamiento específico en caso de que el paciente presente cólicos, estreñimiento, diarrea o una alteración en el hábito de evacuación.

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